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¿Puede la inversión de impacto generar cambios sustanciales?

¿Puede la inversión de impacto generar cambios sustanciales?

29 septiembre 2022

¿Cómo puede la inversión de impacto generar cambios realmente sustanciales? Por Lara Viada

Lara Viada es socia de CREAS, fondo gestor de inversiones de impacto social. EFE Verde

Cuando aterricé en la inversión de impacto hace 10 años, la idea de que el mercado financiero se transformase para contribuir a reducir la pobreza y mitigar el cambio climático, aún sonaba rotundamente ingenuo e imposible.

La brecha entre los gobiernos y las ONG, encargados tradicionalmente de solucionar los problemas sociales, y las empresas, enfocadas solo en maximizar beneficios para los accionistas, era demasiado grande.

Esta mentalidad ha cambiado con la misma rotundidad y hoy vemos como los grandes gestores de capitales incorporan estrategias de ASG e inversión de impacto en prácticamente todas sus carteras.

Y aunque esta evolución ha sido mucha más rápida de lo que imaginaba y el sector ha crecido y se ha profesionalizado, tengo la sensación de que aún estamos en la superficie y que este crecimiento no ha sido acompañado de los cambios profundos que esperábamos.

Según el Global Sustainable Investment Review, la inversión ASG alcanzó $35.3 trillones en 2020, lo que representa un tercio de los activos bajo gestión de las grandes economías. La inversión de impacto, por su parte, también ha crecido exponencialmente, y en 2020 el Global Impact Investment Network cifraba el sector en $636 billones, con tasas de crecimiento de más del 50% año a año.

Es paradójico que si realmente un tercio de los activos mundiales priorizaran un impacto social y medioambiental, no hayamos visto aún cambios sustanciales en indicadores clave como la desigualdad o el calentamiento global.

De hecho, en estos 10 años ambos indicadores han emporado y hoy en día casi no existen datos que respalden que la inversión ASG ha tenido algún efecto macro relevante, ni en reducir las emisiones, ni en mejorar la diversidad en las compañías.

¿El problema? La subjetividad a la hora de definir el concepto “inversión sostenible” donde se abarca desde las inversiones de impacto a los fondos que simplemente integran análisis ASG en sus decisiones.

Esta subjetividad mejorará a futuro con la regulación europea en el marco del green deal, la taxonomía y la SFDR, que generará información más rigurosa, aclarará conceptos y reducirá el greenwashing.

¿Y el gran error? Nuestra definición de éxito. En los numerosos artículos que analizan el crecimiento de la inversión ASG e inversión de impacto, sigue predominando un análisis del éxito medido en términos de crecimiento de los activos bajo gestión y de retornos financieros.

El cambio llegará cuando seamos capaces de valorar las inversiones, por el valor que generan para la sociedad y el planeta más allá del puro retorno financiero.

Necesitamos un cambio profundo en nuestra concepción de valor, porque la realidad es que se habla de integrar y priorizar impacto social en las inversiones como un win-win pero esto no es siempre cierto, ya que muchas veces priorizar el impacto conlleva trade-offs a corto plazo, sobre todo cuando queremos realizar cambios sociales profundos en las personas más desatendidas.

Generar cambios pasa a veces por mejorar y sofisticar la capacidad para medir el impacto y empujar proyectos que se atreven a pensar diferente. Iniciativas como los Impact Weighted Accounts o el Value Balancing Alliance que integran el impacto y la contabilidad sin duda ayudarán. O las empresas de impacto que ponen el propósito en el corazón de toda su actividad, así como los fondos de impacto como Creas que las apoyan y que promueven el impacto como una palanca clave de creación de valor a largo plazo. Yvon Chuinard, CEO de Patagonia nos daba una lección maravillosa este mes poniendo su propósito de salvar el planeta por delante de su bienestar económico.

Creo firmemente que todos queremos hacer las cosas bien y dejar un mundo mejor para los que vienen detrás.

Pero debemos preguntarnos ¿cuánto esfuerzo estamos dispuestos a poner para que estos cambios sucedan? ¿Cómo podemos cambiar de mentalidad para que una rentabilidad financiera menor a corto plazo no se perciba como un sacrificio sino una oportunidad de poner en valor una mayor rentabilidad social o medioambiental?

Artículo de EFE Verde aquí